La lluvia volvió a hacer acto de presencia otro día más, otra vez aquella lluvia. Con aquel jueves eran ya más de diez días en los que no dejaba de caer, ni un solo segundo, toda esa agua del cielo. Me levanté sin hacer ruido, no quería despertar a Megan. Los niños seguían dormidos. Me acerqué a la gran cristalera que hacía de pared en el salón, las gotas de lluvia caían casi en cascada por ella, como si lucharan por llegar en primer lugar al final del gran cristal. Ya en la cocina, me acerqué a tachar el día 22 de junio…del año 2112.
Continuará…