Los aparatosos golpes recibidos, sobre todo en la cabeza, hicieron que la sangre salpicara hasta la mitad de la puerta de la entrada.
Dos horas antes:
Mientras Paula limpiaba las verduras para la comida del día, Julián se duchaba con la intención de bajar a buscar la prensa y tomarse un café con leche en el bar de Gerardo, a unos cincuenta metros del portal de su casa. Sabía que justo ese día se cumplían doce años del ¨sí, quiero¨ que ambos se dieron en la pequeña capilla del pueblo de sus padres. Quiso salir sin que le viera, diciéndole adiós desde la entrada, mientras se ponía el grueso abrigo color negro que tanto le resguardaba. Antes de eso, abrió el pequeño armario situado en el pasillo para comprobar que la caja con la sorpresa no había sido profanada, que todo estaba en su sitio.
–¡Cariño, vuelvo enseguida! –gritó, ya con el tirador de la puerta en su mano derecha.
–¡Vale! –contestó ella desde la cocina.
Julián bajó las escaleras del edificio contento, sabiendo que la sorpresa que le tenía preparada a Paula le gustaría, que le haría ilusión. Compró la prensa en el quiosco de siempre y, al llegar al bar de Gerardo, pidió su habitual café con leche acompañado de una suculenta magdalena de la que dio buena cuenta en segundos. Pagó, saludó a un par de vecinos y salió pitando para casa. Estaba deseoso de entregar el regalo de aniversario a su querida esposa. Esta vez usó el ascensor para subir hasta el segundo piso. Se echó mano al bolsillo izquierdo para sacar las llaves del piso. Al entrar en él, no podía creer lo que sus ojos empezaron a procesar. Paula, su amada esposa, se encontraba paralizada, con el grueso cenicero de alabastro en sus manos, lleno de un espeso líquido color rojo que manchaba su mano hasta caer por su brazo. Las lágrimas ya le llegaban al cuello.
–Pero ¿qué ha pasado? –preguntó Julián con la puerta aún entreabierta. Miró al suelo y vio el regalo de aniversario que con tanto ahínco había tenido que ocultar para que ella no lo viera. Era el cuerpo sin vida de un pequeño conejo, el animal favorito de Paula, el que tantas veces había querido tener como mascota y, ella lo mató.