1.- Haced fichas. Este es quizá el consejo más convencional pero no por ello menos útil que os daré. Es necesario hacer una ficha detallada de cada personaje de vuestras obras, incluso de los menos importantes o secundarios. Esta fichas deberían tener un esquema básico a partir del cual podéis improvisar:
- Datos familiares, incluyendo lugar de nacimiento, ascendencia, edad y todos aquellos que creáis relevantes.
- Biografía.
- Descripción física.
- Forma de vestir y gustos personales.
- Descripción de la personalidad, forma de hablar, carácter, etc…
- Objetivos y relaciones que le unen a otros personajes, si las hubiera.
2.- Usad modelos. Ya se que escribir no es una pasarela de moda, pero tened en cuenta que recordar siempre es mejor que imaginar, así que utilizad modelos. Podéis usar, familiares, amigos, actores, etc…. Podéis mezclar libremente características de varios, lo importante es que lo fijéis en vuestra memoria como alguien real. Esto evitará incongruencias durante vuestros relatos y dotará de gran realismo a vuestros personajes.
3.- Participad. Siempre es interesante introducir aspectos de tu propia personalidad en alguno de los personajes. A fin de cuentas ¿a quién conoces mejor que a ti mismo?
4.- Evolución. Dejad que los personajes evolucionen. Nadie es una piedra impermeable a su entorno. Todos cambiamos, no sólo por el efecto del tiempo, sino por todo aquello que hacemos a aquellos a quienes conocemos.
5.- Contradición. Ahondando en el punto anterior, no hay nada más interesante que los personajes contradictorios, aquellos que parecen ser una cosa pero demuestran ser todo lo contrario. Sorprende a tus lectores. No hay nada mejor que un bueno malo o un malo bueno.
6. Conflicto. No existe literatura sin conflicto y tus personajes deben sentirlo en carne propia. Deja que luchen consigo mismos por definirse, dotales de miedos y debilidades. Los personajes demasiado seguros resultan cuadriculados y poco creíbles.
7. Ningún personaje sin una motivación. No hay efecto sin causa, ni acción sin motivación. Incluso en el caso de personajes imaginarios, como monstruos o demonios, éstos deben actuar con un por qué, con una motivación que los justifique.
8. Fantasía no es incoherencia. Si realizas una obra de género y dejas volar tu imaginación, debes evitar caer en el absurdo. El personaje más fantástico que concibas debe estar sujeto a unas reglas físicas que le aten a una realidad, aunque sea imaginaria.
9. Cuida el contexto. Siguiendo a Ortega y Gasset ten en cuenta que cada personaje es él y sus circunstancias. El entorno geográfico y temporal marcará tus personajes, no sólo en apariencia, sino también en su comportamiento. Estudia el contexto y crea personajes coherentes con él. Habrá personajes para los que necesites crear una biografía completa. Para lograr hacerlo de forma creíble y coherente, utiliza herramientas como Wikipedia. Si, por ejemplo, quieres crear el personaje de un biólogo del siglo XIX, busca personajes reales con ese perfil en Wikipedia y estudia sus biografías. Descubrirás dónde estudiaron, qué títulos sacaron, cómo se desarrollaron profesionalmente y un largo etcétera de información muy valiosa.
10. El malo es el personaje más importante. Como siempre dejo para el final el consejo que considero más valioso y que nadie suele dar. Normalmente es el personaje protagonista al que más cuidamos en nuestro relatos, por lo que, en ocasiones, descuidamos al personaje del antagonista, el malo de la película. Sin embargo, por experiencia, me atrevo a afirmar que es mucho más importante crear un buen malo que el propio protagonista. Cuida este personaje hasta la extenuación, es sin duda el eje de tu obra. Si tu personaje antagonista no es creíble, tu historia fracasará.