Viene del miércoles 3/02/21
El 14 de abril del año 2109, mi familia y yo nos disponíamos a realizar una jornada de espeleología a las afueras del condado de Maine. Era la primera vez que los niños iban a entrar en una cueva. Llevaban cuatro días con los nervios a flor de piel, creo que heredaron, sin darse cuenta, nuestra afición a la visita de cuevas. Para lo que no estábamos ninguno de nosotros preparado fue para lo que nos esperaba al salir de aquella gruta. Todo lo que habíamos conocido en nuestra vida se esfumó en cuestión de segundos. Nunca volvimos a ser los mismos.
El último hombre al que vimos con vida fue a Albert, nuestro guía en aquella ocasión. Salió en busca de ayuda al ver que después de dos días en aquellos parajes y perder todo contacto con sus compañeros y los demás grupos, nos vimos solos. De eso hace ya tres años. La humareda que tapaba toda la ciudad nos hacía creer que algo horrible había pasado. Hacía cinco años de la pandemia. Dijeron que podrían con ella, pero no fue así y hubo muchas personas que perdieron el control.
Continuará