
Déjame que vea el mar
No vuelvas a cerrar mis ojos,
aunque la noche me arrope.
Nunca más me pongas vendas
que me entierren en tinieblas,
que me priven de mi rumbo
y me lleven a caerme
por el precipicio absurdo
de la cruenta soledad.
Deja que mis ojos vean
el azul de la mañana.
Deja que sean sinceros,
que transmitan con su calma
cada puro sentimiento
y no vuelvan a esconderse
tras el velo opaco y denso
de aquella hostil falsedad.
No vuelvas a cerrar mis ojos
y, aunque la claridad me dañe,
déjame que vea el mar.
Ana Centellas. Marzo 2021. Derechos registrados.

