Matar cabrones

Matar cabrones es la novela póstuma de Fernando Mansilla, quien en junio de 2019 moría dejando esta obra casi acabada. El autor de Canijo regresa al underground sevillano, a esa Sevilla repleta de outsiders y rica en historias que dan voz a quienes habitan los márgenes de la sociedad.
En Matar Cabrones Mansilla hace gala de una formula narrativa absolutamente tarantiniana. Entras en la acción a la velocidad del rayo, presenta a los protagonistas sin ambages, haciéndote cómplice del ambiente y entrando a formar parte de la cofradía de personajes con los que vas a convivir durante la lectura. Desde la primera escena la acción avanza de manera trepidante para luego derivar en un relato fragmentario articulado por Adelardo, el protagonista de la novela.
El narrador fluctúa entre la primera persona y la omnisciencia. A veces la voz narrativa se diluye entre diálogos ágiles, frases cortas, vivaces, repletas de procacidad y caracterizadas por el habla sevillana propia de la marginalidad de la zona de la calle Feria y sus alrededores.
Matar cabrones es cruda, ágil y un relato vibrante desde el comienzo. Un comienzo que empieza por el final y te sumerge en todos los garitos donde el lumpen trapichea, trafica y trisca. Es un homenaje al buscavidas, a un modo de vida que fluye en la ciudad ajeno a la gentrificación y a la pátina que Airbnb parecía haber borrado y no ha podido. Por encima de todo, Matar cabrones es una oda a la justicia, una obra en la que a veces los ignorados, aquellas personas que siempre reciben un no y un portazo en las narices, tienen suerte y se les hace justicia.
Fernando Mansilla es claro, preciso y atinado. Todo viene a cuento, con sencillez pero con una afilada habilidad comunicativa. Un ejercicio de estilo que ha convertido en un sello personal ya alumbrado en Canijo y más tarde rematado en Relatos faunescos.
La obra tiene un final oficial y los editores de Barrett han querido añadir un final alternativo que, desde mi punto de vista, te deja un sabor agridulce porque no sabes muy bien cuál quedarte. Si no te da miedo tener la sensación de que algo te has pedido, no sigas leyendo cuando encuentres el final oficial -que es el primero-. El final añadido-alternativo se presenta como una suerte de deus ex machina que no termina de conectar de modo coherente con el resto de la historia, aunque probablemente haya quien lo prefiera. Yo desde luego no.